En 1835 Louis Vuitton (Anchay, 1821) decidió dejar su hogar familiar para emprender un largo camino de más de 400km que le llevaría hasta París. Tenía solo 14 años, su madre Coronne Vuitton había muerto hacía poco y su padre, Xavier Vuitton había vuelto a casarse con alguien que no terminaba de gustarle. La vida en la granja ya no era la misma, así que decidió emprender el viaje que le llevaría hasta Paris, su sueño. Un viaje que marcaría el lujo moderno.

Durante el trayecto, Louis, que provenía de una familia de molineros y carpinteros, desarrolló todo tipo de oficios para poder pagarse su viaje. En uno de los talleres en los que trabajó, el de Monsieur Maréchal, Louis aprendió el arte de fabricar cajas personalizadas; no sólo cómo se construían las mismas sino también como debía empaquetarse y desempaquetarse la ropa y los objetos que entonces se transportaban. El vestuario seguía numerosos protocolos por lo que el guardar correctamente los vestidos, sombreros y todo tipo de complementos, requería una habilidad especial.

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baúles louis vuitton
Cortesía de Louis Vuitton

Con la llegada de la primera línea francesa de ferrocarril en 1837, los viajes se multiplicaron y la jet set necesitaba que sus pertenencias fueran correctamente transportadas. La figura de los layetier-emballeur era cada vez más demandada. Louis Vuitton se convirtió en un experto empaquetando los delicados vestidos de la época en baúles de álamo que se construían a mano. Su buen hacer llegó hasta oídos de la Emperatriz Eugenia de Montijo que lo convertiría en su layetier-emballeur de confianza.

La Emperatriz Eugenia de Montijo (Granada 1836) fue todo un icono de la moda en la época e influyó notoriamente en la historia de la moda. EL abrigo paletot Eugenia, con mangas acampanadas y cierre de un botón en el cuello o el sombrero Eugenia (ladeado con una pluma y popularizado por Greta Garbo), lo debemos a ella.

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Apic//Getty Images

Tras casarse con Napoleón III se había trasladado a París, ciudad en la que comenzó una vida de lujos llena de viajes en los que Louis Vuitton sería su mano derecha. Los grandes viajes que emprendían los miembros de la realeza se extenderían también a la burguesía, por lo que la demanda de maletas cada vez sería más grande. Louis Vuitton, atento al momento que se vivía, decidió dar el paso de abrir su propio negocio maletero. El lugar elegido sería un sitio privilegiado de París, 4, rue Neuve des Capucines, muy cerca de la Place Vendôme.

Allí, ideó una nueva forma de recubrir las maletas; una lona impermeable que las hacía resistentes a las inclemencias del tiempo y que permitía aplanar los baúles (antes tenían acabados redondeados para que el agua resbalase y no se filtrase dentro), haciéndolos así apilables y más fácilmente transportables. No solo avanzó en cuestión de practicidad, embelleció los acabados y convirtió las maletas en auténticos objetos de deseo. Su éxito fue tal que pronto tuvieron que trasladar su taller a uno más grande, en Asnières, a las afueras de París, donde aún trabajan los artesanos de la maison.

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Cortesía de Louis Vuitton

Las copias (¿pensabais que era un problema de la actualidad?) no se hicieron esperar. En un intento de diferenciarse de las mismas, Vuitton crearía un nuevo estampado beige y rojo que sustituiría a su primera lona, la llamada 'Trianon'. Posteriormente, una vez su hijo Georges se hizo cargo del negocio familiar, un nuevo diseño surgiría para perdurar en el tiempo: un estampado marrón y beige que llegaría a inspirar el mítico print del 'Damero'

La moda seguía cambiando, los vestidos ya no eran tan voluminosos y los numerosos baúles comenzaban a ser innecesarios. Para adaptarse al momento, Vuitton idearía el icónico 'wardrobe', un baúl que se abría de forma vertical, con varios cajones, para impedir que cada vez que se llegaba a un destino hubiera que deshacer todo el equipaje.

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Cortesía de Louis Vuitton

La forma de viajar evolucionaba y a la par lo hacía el tipo de equipaje que ofrecía la casa francesa. Los baúles darían paso a las maletas de cabina, las 'drivers' que podían colocarse en el maletero del coche, o la maleta con 'candado imposible de forzar' con una clave personal de cada propietario y que resultó tan útil, que pronto se extendió a todas las creaciones de la casa. La innovación era una constante en la casa Vuitton.

La firma, que poco a poco fue extendiéndose por el mundo, llegó también a Estados Unidos, donde conquistó a actrices y personalidades de la época, que comenzaron a viajar también con equipaje Vuitton (algo que ha continuado hasta nuestros días, en los que no hay modelo, estrella del cine o futbolista que no porte desde su maleta hasta su neceser LV).

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Cortesía de Louis Vuitton

Sus productos dedicados al viaje se ampliaron llegando a satisfacer hasta los caprichos y necesidades más curiosas: un baúl cama para un viajero incansable, pequeñas cajas para enviar flores, un baúl para disfrutar el 'afternoon tea'... Su personalización y cuidado a los detalles marcarían la diferencia y una tradición que continúa hasta hoy.

En 2021, bicentenario del nacimiento de Monsieur Vuitton, la casa quiso rendir homenaje al alma viajera de su creador con la exposición itinerante 200 baúles, 200 visionarios, en el que artistas de toda índole (no solo creativos 'al uso', sino también cantantes o activistas) 'customizaron' e hicieron suyo el legendario baúl: una caja con las dimensiones del original que podían usar como hoja en blanco para recrear sus ideas. Tras exponerse en los escaparates de tiendas por todo el mundo, la muestra se recogió en Asnières (la sede legendaria de la marca) y posteriormente podrá verse en Nueva York o Londres. Una muestra más de que el ánimo innovador y experimental de la casa sigue vigente como el primer día.

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Louis Vuitton
Vuitton

Para ayudar a jóvenes creadores que, como Louis Vuitton, no tengan unos comienzos fáciles, dichos baúles se subastarán en Sotheby's y lo recaudado servirá para crear becas que financien a nuevas mentes creativas.

Aunque hoy en día quizás no necesitemos transportar enormes baúles en nuestros viajes, los equipajes Louis Vuitton siguen cubriendo las necesidades de los viajeros más cool, y y el bolso Petite Maille, recrea la belleza de aquellas piezas de viaje a través de su silueta, su lona lona Monogram y su cierre. Una pequeña joya que encierra todo el allure de la casa.

El baúl de Louis Vuitton: historia en imágenes
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