La historia de Helena y Jordi comenzó en Roma, nada menos que en los jardines de la Villa Borghese. Allí, entre risas, confidencias y un picnic de ensueño, llegó la pedida de mano. ¿El escenario? A la altura de lo requiere una buena película italiana: Manteles de cuadros, aire fresco y ese romanticismo despreocupado que sólo el país de la bota sabe regalar. Y fue así, tras esta romántica pedida, como nació toda la inspiración de la futura boda.
Cada detalle fue un guiño a aquel momento íntimo: cipreses italianos en la ceremonia que evocaban los paseos romanos, servilletas vichy como homenaje al picnic, y una atmósfera relajada y cercana que hizo sentir a los invitados como en casa, pero con el encanto del Mediterráneo de fondo.
La novia minimalista más sencilla y elegante (con alma italiana)
Pero inspiración a un lado, como en toda boda, la verdadera protagonista fue ella, la novia, con una elección minimalista de vestido sencillo y elegante. Eligió un diseño de 'Azura de Moonetone' con pedrería discreta, forro a tono y un corte recto que parecía fluir con naturalidad. El escote en V profundo, los finos tirantes y la espalda descubierta aportaban esa sensualidad delicada, sin necesidad de excesos.
Como broche inesperado, añadió un top asimétrico en bambula de seda de la colección A-Marte de 'Otaduy'. Una pieza etérea pero poderosa, inspirada en Marte, sí, el dios romano de la fuerza, pensada para novias auténticas y valientes.
Una novia que brilló sin artificios
El resultado: una novia que brilló sin artificios, que convirtió la sencillez en un 'statement' y que, con cada paso, nos recordó que la verdadera elegancia está en ser fiel a una misma. Una celebración donde cada detalle transportaba a Italia: desde la luz dorada que evocaba el Mediterráneo hasta la calidez de los brindis que recordaban una sobremesa romana interminable.
Entre los invitados, destacaron las sonrisas cómplices de Anna Castillo y Álvaro Mel, quienes no quisieron perderse el gran día. Para Anna, no era una boda más: se trataba de ver a una de sus mejores amigas de la infancia dar el ''sí, quiero''.
En definitiva, una boda que combinó la magia italiana con la frescura de una novia sencilla pero infinitamente elegante. Una celebración que, sin necesidad de pasaporte, nos transportó directamente al corazón de la dolce vita.
Wedding Planner & Designer @wedinmint
Photographer @rubenlarruy
Florist @flora.et.labora.studio
Amanda Prado es colaboradora de ELLE, experta en moda, tendencias y actualidad. Como buena defensora del periodismo multimedia, también es creadora de contenido para redes sociales (empezó en Fotolog y ha terminado en TikTok). Su especialidad es localizar las nuevas tendencias de la pasarela y del street style. Amante del estilo boho, la ropa vintage y la moda sostenible. Especialista en transformar básicos en lookazos y en localizar joyitas textiles de donde crees que no se puede sacar nada. De las románticas que aún compran en tienda física.
Descubrir qué llevan las famosas es otra de sus funciones. Además de analizar qué prendas visten las celebrities (y, sobre todo, cómo lo llevan, su estilo) también se encarga de cubrir todo lo que sucede en alfombras rojas y eventos de moda. No deja escapar ningún detalle del día a día que comparten las influencers y creadores de contenido en sus redes sociales o en los eventos a los que acuden.
Amanda Prado se graduó primero en Derecho y después en Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos. En tercero de carrera resultó ganadora de la Superbeca Elle y trabajó durante un año en cuatro empresas: para el equipo de comunicación de ZARA (Inditex), el departamento de Relaciones Públicas de Estée Lauder, la agencia de comunicación Equipo Singular y, por último, la redacción de la revista ELLE. Al terminar la beca comenzó a colaborar en la revista Cosmopolitan cubriendo temas de belleza y moda y, tras varios años, regresó a ELLE.