Ya no nos sorprende que las mujeres de la mesa de al lado comenten sus posturas sexuales entre risas ni que nuestra mejor amiga alardee de haberse dado un par de “pinchacitos” en la cara. Sin embargo, si alguien te pregunta cuánto cobras, el rubor de tus mejillas pasará de “rojo Valentino” a “rojo del bochorno”. De los números rojos, uno de los mayores pavores, pasamos a las mejillas sonrosadas. ¿Por qué se ha convertido el dinero en el último tabú?

Nos cuesta poco hablar de relaciones de pareja e incluso de sexo con nuestros amigos, pero el estado de nuestra cuenta bancaria, nuestro sueldo o el precio de nuestro hogar todavía es un tema tabú. Una investigación enfocada en los hábitos financieros señala que más de la mitad de los participantes declararon que hablar de dinero es intrusivo por poner de manifiesto las desventajas. Al propiciar las comparaciones de las situación financiera de los integrantes en la conversación, es un tema de discusión incapaz de ser tratado abiertamente. El 55% de los encuestados creen que el dinero se vincula de forma directa con la posición social, el éxito, el conocimiento financiero y la educación, por lo que sacar a relucir la temática que más preocupa a Rosalía, que tiene una canción llamada Dios nos libre del dinero, es un asunto delicado. Por cierto, si nos está leyendo (Dios, no Rosalía), le pedimos que por favor, no nos libre de él.

Hablar acerca de cuánto ganamos, de cuánto gastamos (me desmayo si descubro que mi madre puede ver mis recibos de Glovo) y de en qué invertimos nuestros ahorros nos hace sentirnos vulnerables, porque relacionamos el dinero con el poder y con el estatus y porque supone una radiografía que deja ver nuestra conducta, nuestros gustos y cómo nos organizamos. Nos asusta tanto esta desnudez financiera que en 2019, un informe de Barclays sentenció que un tercio de los millennials evitan mirar el estado de sus cuentas.

We Need to Talk About Money: From the Sunday Times bestselling author of Little Black Book and Whites

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La podcaster y autora del libro superventas ‘We need to talk about money’, Otegha Uwagba cree que hay un verdadero problema en que el tema que más miedo nos da sea precisamente el que nos guste o no, marca la senda de nuestras vidas. Fue durante la promoción de su anterior libro cuando se dio cuenta de que tenía que escribir el que ahora lanza, pues entre presentación y presentación regresaba a casa de sus padres para darse cuenta de la desconexión existente entre lo que la gente pensaba que ganaba y su situación financiera real. No es la única. “Entre la primera y la segunda temporada de Paquita Salas me quedé en números rojos. Y ya tenía éxito en plan que ya me pedían fotos por la calle, y tenía por estrenar algunas cosas, precisamente un programa sobre el éxito del fracaso. Iba a grabar en Cercanías contando monedas porque ya no tenía dinero. Cuando lo dije nadie lo creyó, se convirtió en algo que no quería decir porque la gente suponía que estaba gestionando fatal mi dinero. La pobreza, como la infelicidad, la ansiedad, la depresión, es de esos temas que da vergüenza hablarlos, y creo que hay que hacer un trabajo por enseñarle a la gente que no está sola. Que todos ha habido momentos en que hemos tenido que comer arroz cinco días seguidos”, confesaba Brays Efe en una entrevista a El País, dejando clara esa desconexión que preocupó tanto a Otegha que escribió un libro al respecto. Tiempo después, confesó en La Resistencia su buena salud financiera, pero se encargó de señalar que jamás se había encontrado en una situación semejante.

Uno de los problemas del dinero es su relación con el tiempo. Las deudas indican que no hemos gestionado bien nuestro capital durante un largo periodo. Por el contrario, si nos permitimos el capricho de comer en un buen restaurante una noche, es posible que nadie nos culpe de ello… A no ser que estemos endeudados o que llevemos tiempo quejándonos de nuestra situación económica, porque entonces ese capricho no será visto como un gasto puntual, sino como la razón que explica el estado de nuestras finanzas. De algo circunstancial, pasaríamos a algo sostenido en el tiempo que se sustenta en un discurso en el que la irresponsabilidad se impone.

Algunos de los realities más disfrutables son aquellos en los que personajes millonarios hablan de sus fortunas sin filtros. Incluso el propio programa se encarga de indicar cuánto cuesta cada joya que llevan, cada regalo que dan o cada fiesta que organizan. En la franquicia ‘Real Housewives’, el drama se desata no por lo mucho que gastan (a no ser que un marido descubra que su mujer le roba la tarjeta, algo que ha ocurrido en el show), sino cuando sale a la luz que alguien tiene menos dinero del que presume tener o luce un Michael Kors en lugar de un Birkin.

the real housewives of beverly hills
Bravo//Getty Images

En el programa ‘Grand Designs’, muchos de los que muestran sus proyectos comienzan contando el presupuesto inicial, pero cuando tras años de construcción el presentador visita la obra final y pregunta sobre el presupuesto definitivo, rara vez los involucrados quieren dar una cifra exacta. Ese silencio sirve para evitar el choque que sus riquezas proyectan en una sociedad desigual, algo de lo que habla Rachel Sherman en ‘Uneasy Street: The Anxieties of Affluence’, donde explora la visión que la élite tiene de su propia riqueza y de su lugar en la sociedad.

Taurus La distinción: Criterio y bases sociales del gusto (Pensamiento)

La distinción: Criterio y bases sociales del gusto (Pensamiento)

Si algo hemos aprendido de los realities e incluso de los famosos que presumen de yates, es que en el fondo, todos tenemos un resquicio esnob. No sabemos si es por envidia o un mecanismo de defensa, pero en muchas ocasiones, nos sale el ramalazo Pierre Bourdieu. En ‘La distinción. Criterios y bases sociales del gusto', el autor determina que la clase se define por el capital social (a quién conoces), el capital económico (cuánto dinero tienes) y el capital cultural (tener los conocimientos adecuados). Por eso, cuando vemos a cierta celebridad rodeada de logos, mármol, oro y caviar, en alguna ocasión habremos soltado “el dinero no te da clase, ¡solo dinero!”, que casualmente es una de las frases míticas de una Housewive de la versión de Beverly Hills del reality anteriormente mencionado, Brandi Glanville. Lo que tampoco te aporta es ‘suzhi’, que en China hace alusión a los valores éticos y morales de cada uno, que es lo que en su cultura determina el valor de las personas. Hemos de aclarar que pese a todo, en China se sigue pagando con dinero, no con principios, claro… En resumidas cuentas, el dinero no da (dicen) la felicidad, pero lo que sí despierta es incomodidad. ¿Lograremos que nuestras finanzas salgan del armario?