Por fin has decidido ir a terapia pero no conectas con tu psicólogo. Te encanta tu terapeuta pero llevas tanto tiempo con él que es casi como ir a hablar con una amiga. O te sientes estancada y te gustaría cambiar pero no saber cómo decírselo. O te da una pereza horrible empezar otra vez de cero todo el proceso con otro psicólogo… ¿Estás en alguna de estas situaciones?

Si es así, está claro que es el momento de tomar una decisión. Y para ayudarte a hacerlo rápido, sin sentirte culpable y sin que te de pereza empezar con otro profesional, hemos hablado con dos psicólogas sobre ese “delicado momento” en el que la terapia ya no da para más y necesitas un cambio.

A veces nos enganchamos a nuestro psicólogo y no queremos dejar de ir a terapia, nos hacemos casi adictos… ¿Pasa mucho? ¿Lo detectáis y sois vosotros los que "despedís" a vuestros pacientes? ¿Sería lo más ético? “Sí, puede pasar. Las personas se sienten tan seguras en ese espacio, libres de expresar sus sentimientos, sin miedos, sin juicios… que, a veces, cuesta soltar”, dice Isabel Vigil, la primera psicóloga certificada en Accelerated Resolution Therapy (ART) y consultora EMDR. Aunque en su caso es poco frecuente, ya que trabaja con enfoques como EMDR y ART, una terapia rápida y muy respetuosa con el proceso emocional del paciente. “Lo primero que hacemos es definir los objetivos que se quieren lograr. Una vez que esos objetivos se consiguen, continuar con la terapia deja de tener sentido”, nos cuenta.

Como añade Daniela Constantin, psicóloga e hipnoterapeuta especializada en hipnosis ericksoniana (@danielaconstantin), “es bastante común generar una especie de ‘dependencia emocional’ hacia nuestro psicólogo”. “Cuando una persona se siente escuchada, comprendida y segura, es natural que no quiera romper ese vínculo. Además, repetir todo desde el inicio con otro terapeuta puede parecer agotador. Si la terapia sigue dando frutos y el profesional incorpora nuevas herramientas para acompañar el proceso, no hay problema. Pero cuando la relación se vuelve casi una amistad y ya no hay avances reales, es momento de parar y revisar”, dice Constantin.

Como continúa Daniela, “desde una perspectiva ética, el psicólogo tiene la responsabilidad de observar esto y hablarlo con su paciente de forma muy cuidadosa, sin que sienta rechazo ni abandono”. Si ambos están en una zona de confort donde no hay evolución, toca plantear la alta terapéutica. Esta decisión se toma en conjunto: el profesional puede sugerir otro colega o dejar que el paciente elija por sí mismo. Lo importante es que ese cierre también sea parte del proceso de crecimiento”, apunta esta psicóloga.

“Muchas personas reconocen tener miedo a retroceder, a perder los avances, sin la terapia. En estos casos, espaciamos las sesiones poco a poco, para que el proceso sea natural y luego suelo proponer algo muy liberador: tomarse unas “vacaciones terapéuticas” para que puedan comprobar por sí mismas que están bien y que pueden seguir avanzando sin depender de la terapia”, dice Isabel Vigil. En este momento tal vez te apetezca leer libros sobre salud mental.

Pero, como añade Vigil, “no podemos olvidar que hay personas que valoran tener un lugar para ellas, donde poder soltar lo que no comparten en su día a día”. “Siempre que sea una elección consciente y no una dependencia emocional, es perfecto. No todo el mundo necesita la terapia para ‘arreglarse’: a veces es simplemente un espacio de bienestar”, apunta esta psicóloga”. “Como en cualquier relación, lo importante es saber cuándo quedarse… y cuándo soltar”, concluye Vigil.

naomi watts psicólogapinterest
dr

No conectas o sientes que ya no te ayuda

Como señala Daniela Constantin, también puede pasar lo contrario: “Que no conectes con tu psicólogo o que sientas que ya no te está ayudando. Y eso es completamente válido. A veces no encajamos por el enfoque terapéutico que utiliza, otras simplemente por una cuestión de química o de estilo personal”.

En estas situaciones, como dice Constantin, “lo más sano -y elegante- es decir la verdad con amabilidad”. “Puedes agradecer el acompañamiento hasta ese momento y explicar, si lo deseas, que sientes que necesitas otra mirada o forma de trabajar. Muchos pacientes, sin embargo, optan por simplemente dejar de asistir a las sesiones sin avisar ni cerrar el proceso, lo cual es bastante común. Pero lo ideal sería poder hablarlo, aunque sea brevemente, para darle un cierre respetuoso y consciente a ese vínculo”, recomienda.

No tengas miedo de decir, desde el respeto, lo que sientes. Como nos confirma Constantin, “la mayoría de los psicólogos entienden esto sin problema: no se lo toman como algo personal, porque saben que no todas las personas hacen ‘match’ con todos los terapeutas”. “Buscar a otro profesional que se ajuste mejor a lo que necesitas también forma parte del proceso terapéutico. Escucharte y actuar en consecuencia ya es un paso importante hacia tu bienestar”, apunta. Puede resultarte interesante este artículo: "Cómo conocer tus emociones para poder conocer las ce los demás".

“Hay gente a la que le cuesta decir la verdad porque teme que el terapeuta se lo tome a mal, pero en realidad los psicólogos estamos muy acostumbrados a recibir todo tipo de comentarios y devoluciones”, dice Isabel Vigil. “No lo tomamos de forma personal, de verdad. Lo que buscamos es el bienestar de cada persona, estén o no con nosotras. Así que sí, lo mejor siempre será decir la verdad, desde el respeto y la honestidad. No hay drama”, subraya esta psicóloga.

Y es que para Vigil, “la terapia es como un laboratorio de la vida real, un espacio seguro donde podemos ser absolutamente sinceras, donde podemos ensayar nuevas maneras de relacionarnos, equivocarnos, repararlo… y todo sin miedo”. “Eso es lo que permite integrar cambios”, apunta.

¿Qué señales nos dirán que ese psicólogo/a no es para nosotros o no nos está ayudando? Como nos comparte Constantin, “hay algunas señales bastante claras de que ese psicólogo o psicóloga quizá no es para ti. La primera, y fundamental, es la falta de empatía”. Empatía, como explica esta experta, “no significa que tenga que darte la razón o complacerte, pero sí validar lo que sientes y tratarte siempre con respeto; si te sientes juzgada, ignorada o poco comprendida, probablemente no estés en el lugar adecuado”.

Como continúa Constantin, “también es importante que el profesional sea sincero, que tenga confianza en sí mismo y sus métodos, que se comunique con claridad y que te ayude a tomar consciencia sin generar culpa”. “Y, por supuesto, que cuente con herramientas que realmente funcionen y se vean resultados. No hace falta que ‘resuelva tu vida’ en dos sesiones, pero sí deberías empezar a sentir cambios, una mayor claridad o alivio desde las primeras veces que habláis. Si después de un tiempo sientes que estás en un bucle o que no avanzas en nada, es válido cuestionarlo”, señala la psicóloga.

“En definitiva, la terapia tiene que incomodarte a veces, sí, pero también hacerte sentir segura, acompañada y sobre todo que ofrezca herramientas para mejorar”, concluye Constantin.

Cómo empezar con otro psicólogo sin pereza ni dramas

¿Qué consejos nos darías para buscar otro psicólogo y empezar de nuevo? ¿Es mejor hacer una pausa entre uno y otro o empezar rápido para que no nos de pereza? Algo muy importante, como señala Constantin, es “que tenga experiencia con el problema que tratas, no todos los profesionales abordan los temas de la misma forma, así que conviene hacer un pequeño trabajo de investigación”. “Por ejemplo, si tienes insomnio, ansiedad o trastornos de la alimentación, busca a alguien que haya trabajado con éxito esos temas y que utilice herramientas que vayan más allá del enfoque puramente racional, si eso es lo que necesitas”.

“También es buena idea leer opiniones, ver si tiene algún contenido publicado o redes sociales donde puedas intuir si su estilo y lenguaje conectan contigo. A veces, incluso una conversación inicial breve (si el psicólogo está disponible) puede darte una buena pista”, recomienda Constantin.

En cuanto a si hacer una pausa entre un terapeuta y otro, para Daniela Constantin, depende: “Si sientes que necesitas un pequeño respiro para digerir lo vivido, está bien. Pero si dejas pasar demasiado tiempo, puede que te gane la pereza o el miedo a empezar desde cero. En general, si ya estás decidida a continuar con tu proceso, lo mejor es retomar pronto, mientras sigues conectada con tus necesidades y tu motivación”.

Para Vigil, “lo primero es parar un momento y reflexionar: ¿qué te funcionó y qué no te funcionó con tu anterior psicólogo?”. “Saber lo que buscas y, sobre todo, lo que no quieres repetir, es clave para dar el siguiente paso”, dice esta experta. “A veces, una simple conversación con alguien de confianza o leer opiniones de otras personas puede abrirte los ojos. Presta atención a esos comentarios en los que la gente cuenta su experiencia con cariño, en los que se nota que el proceso realmente les transformó”, añade.

“Otro punto importante -y del que poco se habla- es el enfoque terapéutico”, señala Vigil. Y es que, como dice esta psicóloga, “no todos los caminos son para todo el mundo”. “Y, por último -este consejo vale para la vida entera-: vete a tiempo. Si con ese nuevo psicólogo no sientes conexión, si algo no fluye… ¿para qué quedarte? Tu bienestar no se negocia”, concluye Isabel Vigil.

¿Y la pausa? “Esto es algo muy personal. Hay personas que necesitan ‘su momento’, y está bien. Pero si tienes ese runrún en la cabeza de ir a terapia, es porque algo no encaja del todo. Y cuanto antes lo resuelvas, mejor. Créeme: la mayoría de quienes tardan en decidirse a dar el paso acaban lamentando no haber empezado antes”, dice Vigil.

Como continúa Vigil, “la gente joven, en esto, lo tiene clarísimo”. “Son mucho más decididos y se lo piensan poco. Y hacen muy bien. Si tienes, por ejemplo, un problema de autoestima, resuélvelo con 20 años y disfruta de una vida más plena. ¿De verdad vas a esperar a tener 50 para hacerlo?”, dice.

“Y si alguna vez un terapeuta no ha logrado ayudarte, no te rindas. Otro lo conseguirá. No tires la toalla. Aunque no lo creas, todo lo que has trabajado en un proceso terapéutico te servirá en el siguiente. Nada se pierde, todo suma”, concluye Vigil.

¿No tienes tiempo para un proceso largo de terapia o eso es lo que te hace abandonar? Entonces ART puede ser para ti. Como nos explica Isabel Vigil, “se trata de un enfoque revolucionario que actúa con rapidez sobre esas experiencias vitales adversas o traumáticas que, muchas veces sin que seamos conscientes, alimentan la ansiedad, la depresión, los miedos, las fobias o esa desconexión interior que da lugar a la inseguridad, la baja autoestima o los conflictos en nuestras relaciones”. “Lejos de las resistencias habituales de la terapia convencional, ART abre la puerta a un viaje de autodescubrimiento amable y auténtico”, añade. ¿El resultado? Cambios reales y duraderos en muy pocas sesiones.

Headshot of Amalia Panea

Experta en fitness, belleza, nutrición, salud, psico, pareja y sexo. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, escribe en Elle.com y Womenshealth.com y ha escrito para muchas cabeceras de Hearst, “mi segunda casa”. En sus más de 25 años de profesión, ha pasado por Terra Mujer, Sport Life, Runners, Atresmedia, La Ser, Radio Aragón o el programa Bellas & Sanas. Es autora de Cambiar de vida es fácil si te dicen cómo. 15 pasos para conseguirlo y de Una vida en forma. La guía de la actividad física y la mujer a cualquier edad. Amalia también es instructora de fitness, profesora de yoga, yoga facial y fundadora de Yogabrunch.es. "Por suerte, la vida me ha permitido unir mis dos pasiones, el periodismo y el mundo del bienestar".