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En su programa Late Xou, Marc Giró hizo alusión a un texto de la periodista Begoña Gómez Urzaiz en el que reflexiona acerca de la cantidad de películas que cuentan con monumentales peleas de pareja en sus tramas. Desde ‘Oppenheimer’ hasta ‘La zona de interés’, resulta innegable lo morbosas que son las peleas ajenas; tanto, que gracias a ellas, los largometrajes son tan oscarizables como deliciosos.
El presentador da diez divertidos consejos para pelear en pareja en su monólogo de apertura del show, y lo cierto es que Juan Muñoz, autor de ‘Discutir es sano (si sabes cómo)’ cree que las discusiones nos acercan más a nuestra pareja que los momentos de paz o confort. “No hay nada más romántico que ver cómo tu pareja se esfuerza en entender tu punto de vista y llegar a acuerdos comunes para el correcto funcionamiento de la relación. Aprender a sostenernos, a cuidarnos y a entendernos, incluso cuando en un principio nuestras posturas están alejadas, es un ejercicio de intimidad y de reconocimiento de la otra persona. ¿Hay algo más sexy que discutir bien?”, se pregunta. Y yo, que huyo de los conflictos como del cianuro, respondería que para mí, lo más sexy sería "que me diera la razón", pero tengamos en cuenta que estoy solterísima, por lo que al parecer, no estoy en lo cierto...
Juan Muñoz, psicólogo formado en terapia conductual, individual y de pareja, alega que el problema de no comunicar a nuestra pareja nuestro malestar ante un conflicto por miedo a su reacción es que el conflicto sigue existiendo, pero sólo dentro de nosotras mismas. “El malestar no desaparece cuando no se comunica. En este sentido, entiendo que las parejas que nunca discuten no se comunican de forma genuina y que ocultan parte de sí mismos en la relación. ¿Realmente queremos tener una relación en la que nuestra pareja no sepa quiénes somos (qué pensamos, qué sentimos) en realidad?”, dice.
Sin embargo, por más que el conflicto es inherente a las relaciones interpersonales, tendemos a huir de las peleas. “Intentar hacerlo implica también evitar una parte de la relación, la que no estamos preparadas para gestionar. Bajo mi punto de vista, no es sano, ni para nosotras ni para la relación en sí, esconder la basura debajo de la alfombra: aceptar que mi posición es distinta a la tuya y que podemos trabajar para llegar a acuerdos comunes significa aceptar que mis opiniones, deseos y valores son válidos, que puedo defenderlos y que soy digna de dejarme ver incluso en esas situaciones en las que otras personas no compartirán mi versión de los eventos”, asegura. Opina que rehuir sistemáticamente del enfrentamiento impide que las otras personas nos vean de verdad, nos conozcan y en consecuencia, puedan reconocernos. Por ello, aceptar que el conflicto existe y trabajar para solucionarlo es un acto de amor propio.
En un mundo en el que llevar la contraria da auténtico pavor y en el que la complacencia se impone, las peleas nos asustan. A no ser que seas tertuliana o miembro de un reality televisivo, es poco probable que te veas o escuches a ti misma en plena discusión, pero imagina durante un instante que pudieras hacerlo: ahí descubrirías cosas de ti que te sorprenderían y algunas que tal vez, incluso te asustarían. En ‘Anatomía de una caída’, el difunto marido de la protagonista grabó el audio de una de las acaloradas peleas que mantuvo con su pareja antes para que quedara constancia de sus palabras, y cuando ella es forzada a escucharse a sí misma en pleno juicio, sin saber entonces que estaba siendo grabada, en su cara advertimos sorpresa, desagrado e incluso temor. En demasiados casos, las discusiones pueden sacar lo peor de nosotras mismas, y por eso es importante aprender a discutir desde una perspectiva saludable.
Cómo no perder los nervios y con ellos, la razón
Parece que las bondades de las discusiones están mas de moda que nunca, porque precisamente ahora Mehdi Hasan publica ahora ‘Gana todos los debates’, un libro con el que quiere que en cualquier conflicto o charla, llevemos la razón. Apasionado de las discusiones, se enzarza en ellos siempre que puede, pues para él, los debates racionales tienen un valor intrínseco: son la savia de la democracia y el único método infalible para encontrar la verdad. En su escrito habla de una duda que también planteamos a Muñoz: la de qué hacer cuando perdemos la compostura en plena pelea.
“Si pierdes la compostura en un debate, lo más probable es que acabes perdiendo la batalla. Así de sencillo. Para poder expresar tu punto de vista, sonar convincente y ganarte al público, tienes que estar tranquila y relajada. No obstante, siempre hay un momento para la indignación, la pasión, la energía y la emoción. Pero en ningún caso puedes perder el control de tus emociones”, señala. La duda que nos asalta entonces es la de cómo mantener el control en una pelea, pues YOOOOO hay gente que pasa de uno a cien en un minuto y las formas hacen que pierda el foco y por ende, la razón.
Juan Muñoz asegura que para aprender a discutir con otras personas debemos, primero, saber discutir con nosotras mismas, pues aunque identificar las emociones que sentimos durante una discusión y gestionarlas es difícil, resulta fundamental para poder comunicar lo que necesitamos sin agredir a la otra persona. “Si el otro está perdiendo el foco (se está expresando con mucha ira, por ejemplo), podemos usar la estrategia de reducir al máximo su agresión, preguntándole "¿qué quieres decir con esto que acabas de llamarme?", para darle a la otra persona una segunda oportunidad para transmitirnos su mensaje desde una posición más relajada”, asegura.
Tenemos que hablar... pero bien, por favor
Comenta que nadie usa el clásico "tenemos que hablar" para anunciar nada bueno, una de las frases más aterradoras para cualquiera que se encuentre en una relación amorosa o en un proyecto de la misma. Si realmente vamos a plantear algo complicado, ¿qué frase hemos de decir para que no comencemos la conversación aterrando al otro? “Un punto fundamental en el proceso de aprender a discutir es aprender a contextualizar las conversaciones. No es lo mismo enviar un WhatsApp diciendo “oye, tenemos que hablar” (que deja a la otra persona en una deriva hacia la incertidumbre) que decirle “me gustaría hablar contigo sobre este tema concreto, ¿cuándo crees que podríamos hacerlo”. En este sentido, apuntar el motivo de la discusión y darle a la otra persona tiempo para reflexionar sobre ello (contextualizar la conversación) resulta fundamental, tanto en lo ético como en lo práctico”, responde.
Confieso que aunque como señalaba Giró, las peleas de pareja fuera de casa son ciertamente magnéticas, pocas cosas son tan desagradables como estar con esa pareja de amigos que discute cada segundo. Sin embargo, cuando echo la vista atrás y recuerdo una de las últimas vacaciones que pasé con mi (ahora ex) pareja y mis amigos, mientras que ellos discutían constantemente base de micro dosis argumentales, mi pareja y yo jamás nos enfrentábamos. ¿El flashforward? Adivinad quién está ahora mismito soltera y qué pareja sigue felizmente junta…
La incapacidad de gestionar de forma correcta los conflictos que nos plantea la vida es la responsable de la mayoría de los problemas a los que nos enfrentamos, por lo que aprender a discutir es la mejor forma de construir relaciones sanas.