«Como actriz, he ido creciendo con Netflix. Dos de mis primeros proyectos, La casa de papel y Élite, fueron pioneros en el boom de la plataforma en España, aunque ahora veo esos trabajos y siento que soy una persona completamente distinta», afirma María Pedraza (Madrid, 1996). La danza marcó su niñez y adolescencia, con incursiones esporádicas en el mundo de la moda, hasta que, en 2016, tuvo que ponerse delante de una cámara por primera vez. «Fue para Amar, que estaba producida por Netflix. Me sentí en una encrucijada entre la danza y la interpretación. Duró poco; ser actriz me había cautivado», reconoce. Su idilio con la plataforma no había hecho más que empezar: La casa de papel, Élite, Toy Boy, ¿A quién te llevarías a una isla desierta?, Las niñas de cristal... «Me lanzaba a lo que viniera. Recuerdo mi primera lectura de guion para La casa de papel, mi segundo proyecto. Miraba alrededor y pensaba: “Esta gente ha hecho muchas cosas y yo soy una principiante”. Luego entiendes que no, que todos aprendemos de todos, nunca dejas de hacerlo. Una parte de esa María sigue ahí, mantengo la misma efervescencia, aunque en otros aspectos haya cambiado», dice.
¿Cómo es María Pedraza en 2025?
Estoy bastante alineada con lo que quería ser, pero antes no me escuchaba lo suficiente. Es cuestión de experiencia. A medida que cumplimos años, nos conocemos mejor y nos permitimos más ser nosotros mismas, aunque como actriz siempre he tenido claro el tipo de carrera que quería llevar.
¿Cómo es ese tipo de trayectoria que te has trazado?
Una en la que pueda expresar todo lo que llevo dentro y que me siga poniendo retos en cada proyecto.
¿Las propuestas que te llegan cumplen esas expectativas?
Más o menos, y si no, de una forma muy amable doy las gracias y me bajo. Siempre trato de respetarme al 100%.
De hecho, tenías el reto de grabar en inglés y lo has hecho en "Awareness", ¿no?
Sí, recuerdo perfectamente que te conté en otra entrevista que ese era mi reto. Y lo he cumplido (risas).
Y ahora, ¿cuáles son tus próximos retos?
Me apetece descubrirme en otra lengua, porque me he sentido muy cómoda interpretando en inglés, y seguir haciendo proyectos en España, que es la que me lo ha dado todo y me ha curtido como actriz.
¿Cómo llevas ahora las críticas y a los haters?
Siempre he tenido tantos haters... Sobre todo, chicas, nunca lo he entendido. Me llegan comentarios supernocivos. Al principio, una pareja que tuve me dijo: «Eres bailarina, no actriz». Tenía 18, se me quedó clavado. Cuesta sanar esas pequeñas heridas de la mente. Los juicios negativos constantes te destrozan. Fui a terapia, lo solucioné y ahora me da igual lo que se publique. Estoy segura de mí y de mi trabajo.
¿Y hablas claro?
Yo estoy en un punto en el que me da igual. Soy adulta, no tengo miedo a que haya un titular y se genere una polémica, está por delante mi persona y eso me lleva a defender mi parte emocional. Bastante complicada es esta profesión como para hacerla todavía más. Yo no tengo ningún tipo de reparo en decir lo que pienso.