Pedro Almodóvar vuelve a estar en boca de todos; más aún si estás suscrito a Movistar Plus+ puesto que, desde hace unos días, ha llegado a la plataforma su última película, 'La habitación de al lado'. Es su primera película rodada en inglés, está protagonizada por Julianne Moore y Tilda Swinton y adapta la novela homónima de Sigrid Nunez.

En 'La habitación de al lado', Moore y Swinton -que han sido reconocidas con sendas nominaciones al Goya a la Mejor actriz-. 'La habitación de al lado' narra la historia de dos amigas separadas por las circunstancias de la vida y reunidas en un momento de dolor que, paradójicamente, está impregnado de una extraña dulzura.

Gran parte de la filmografía del cineasta manchego Pedro Almodóvar se ha nutrido de sus propias experiencias personales. 'Los abrazos rotos' (2009), por ejemplo, es una película llena de referencias de su vida, o 'La mala educación' (2004), que narra la historia de un director de cine seducido por un actor. En esta cinta, uno de los personajes relata la niñez de ambos en un colegio católico, así como los abusos físicos y sexuales que sufrieron a manos del sacerdote director de la institución.

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Variety//Getty Images

¿Qué hay de real en esta historia? En una entrevista con ELLE con motivo de su libro de relatos 'El último sueño' (Reservoir Books), Pedro Almodóvar rememoró su época escolar en el colegio de los Salesianos: "El que te diga que ha estado un colegio religioso y no se ha enterado que había abusos, que sepas que miente", declaró.

El oscarizado cineasta recuerda que, en el colegio no solo leía sino que también actuaba y escribía –ganó un concurso con una redacción sobre la Inmaculada Concepción–. «Me elegían para cualquier cosa que tuviera que ver con el espectáculo, y debía de ser un niño insoportable para mis compañeros», bromea. «No llegaron a hacerme bullying porque no se lo permití, y supongo que había que pelearse y esas cosas».

En la entrevista, Almodóvar confiesa que el mejor recuerdo de los Salesianos tiene que ver con la etapa en la que formó parte del coro de la iglesia: "Tenía lo que se llama una voz blanca, esa que sólo se tiene –a no ser que te castren claro–, de los 10 a los 12 o así. Luego se me empezó a agravar la voz. Pero disfruté mucho las misas en latín: era un ceremonial muy atractivo. Para mí, la gran experiencia de mi etapa en los Salesianos fue cantar. Porque el ritual es teatro y eso me llenaba mucho". Y de ahí, el gran director de actores que ha llegado a ser.