Aunque el término “placer culpable” tendría que ser desterrado de forma inmediata, no cabe duda de que el 'guilty pleasure' del momento es ‘Emily in Paris’, esa serie que amamos odiar y que aunque tiene todos los elementos para hacernos apagar Netflix, logra precisamente lo contrario. Las redes sociales se jactan del guión, de las interpretaciones e incluso de los looks de sus protagonistas, pero coinciden en señalar que los personajes más divertidos son precisamente las actrices que ostentan los papeles secundarios.

"La secundariedad encierra esa risa que descongestiona el drama"

Se trata de mujeres que se alejan de la norma, viven ajenas a la mentalidad Excel de la protagonista y disfrutan del sexo sin pedir perdón. Se encargan de aportar el punto cómico a la trama mientras que la estrella de la misma, delante de su té matcha, observa ojiplática a su amiga contar anécdotas sexuales y beber chupitos. “Se trata de la clásica dicotomía de la santa y la puta; para que exista una, ha de existir la otra. Pasa desde en La Biblia hasta en ‘Emily in Paris’, y funciona bien en la ficción, porque la secundariedad encierra esa risa que descongestiona el drama”, explica a ‘Elle’ María Castejón Leorza, autora de ‘Rebeldes y peligrosas del cine’ (Lengua de Trapo, 2020).

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FELIPE HERNÁNDEZ/NETFLIX © 2020
Imagen de ’Valeria’.

“Siempre es la amiga que no quiere tener hijos de entrada, la que sale y es promiscua, mientras que la protagonista es un dechado de virtudes. Aunque la serie ‘Valeria’ es más coral, también cuenta con un personaje así que por descontado, termina por elegir la senda del amor. Proyectamos lo que son nuestras inquietudes y se salen de lo hegemónico, pero manteniéndolo”, asegura.

En la pequeña pantalla, las mujeres son a menudo enmarcadas en contextos específicos que moldean su carácter y sus roles. Cada espacio -ya sea el hogar, el lugar de trabajo o el ámbito público- no define únicamente su entorno, sino que al mismo tiempo influye en cómo son percibidas por la audiencia. Esta dinámica crea un entramado complejo donde las identidades se forman y reforman continuamente, destacando aspectos de fortaleza, vulnerabilidad, independencia y dependencia.

"La representación televisiva puede servir tanto para empoderar como para perpetuar estereotipos"

La representación televisiva puede servir tanto para empoderar como para perpetuar estereotipos, revelando las tensiones entre la realidad vivida por las mujeres y las narrativas que se les imponen. Por eso resulta esencial cuestionar estas representaciones y analizar la forma en la que afectan la percepción social de la mujer en el mundo contemporáneo.

"De perder los papeles, es importante hacerlo cuando se ha formado una familia y un imperio"

De la ficción pasamos a la telerrealidad, que bien sabemos tiene más de tele que de realidad, pero refleja igualmente esta dinámica. Las participantes más divertidas suelen ser precisamente las ‘party animals’ del grupo, las que ofrecen las declaraciones más jugosas y las que sirven al programa para sonrojar y despertar carcajadas, pero el show siempre se centra más en quienes tienen una vida más familiar y centrada. Basta con echar un vistazo a 'Las Kardashian': en el show, la díscola siempre fue Khloé, que bebía de más, ligaba y decía palabrotas. Con el paso del tiempo y a medida que el show se ha convertido en un branded content televisado de las empresas de cada una de ellas, todas han terminado por adoptar un papel familiar y aleccionador, quedando paradójicamente como la más excéntrica la madre del clan, Kris Jenner. ¿La posible lección? De perder los papeles, es importante hacerlo cuando se ha formado una familia y un imperio.

La serie ‘Love’, de Jude Apatow, contaba con una protagonista que era se salía de la norma en todos los aspectos. Promiscua y adicta tanto al sexo como a la bebida, la serie rara vez intentaba llevarla por “el buen camino”, aunque bien sabemos que al final, siempre vence el té ante el Martini y el amor romántico frente al frenesí de Tinder. ‘Fleabag’ es otro buen ejemplo de cómo la imperfección puede situarse en el centro, pero Castejón señala que el personaje es retratado de una forma algo insufrible insoportable.

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Netflix
Mindy, de ’Emily in Paris’

“Me pone nerviosa. Es la historia de esa amiga promiscua de la que hablamos, pero, ¿por qué siempre en está en crisis y liándola? Sí, es el desarrollo de la historia de la menos normativa, que es la torpe y la que toma malas decisiones, una figura que inauguró Bridget Jones. Es quien se equivoca constantemente, es insegura y siempre duda, cualidades que en un personaje femenino tienen una lectura diferente que en un hombre. El único personaje que se ha librado un poco de esta senda, y por eso la amamos, es Samantha Jones. Da igual lo que haga, siempre va a salir victoriosa. Queremos muchas más Samanthas Jones que mujeres en crisis. Ella sigue con sus pulsiones y es un personaje que rompe con esta dinámica”, dice la historiadora.

"Si piensas que en tu grupo de amigas no hay una Samantha, es porque eres tú"

Emily tiene a Mindy y Valeria, a su Lola, y sin ellas reinaría la voz de la conciencia, que aunque supongo es perfecta para construir una trama sin grandes baches, resulta absolutamente aburrida. Ojalá las que se salen de lo establecido no fueran la otredad ni quedaran relegadas a los márgenes, pero qué placer saber que aunque sea pequeño, siempre hay sitio para quienes se toman las cosas menos en serio. Por cierto, si piensas que en tu grupo de amigas no hay una Samantha, es porque eres tú. Y te aplaudo por serlo, porque todas tendríamos que ser un poquito más Samantha Jones y un poquito menos Bradshaw. Lo dice la Samantha de su grupo, y con mucho orgullo.

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Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.

Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.

Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.