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Antonio Escohotado, uno de los pensadores más importantes de los últimos tiempos, tuvo siempre una vinculación especial con Ibiza. Primero, como joven rebelde y progresista de la llamada “generación de Ibiza”; después, encontrando allí su refugio de calma para, gracias a las entrevistas ofrecidas en su casa del campo durante los últimos años de vida, seguir regalándonos importantes reflexiones humanistas. Él decía que en la isla bonita sentía el placer de la vida rural y de la familia. Y es que en este punto del Mediterráneo la claridad del paisaje provoca también una claridad mental y espiritual que ayuda a vislumbrar lo que el filósofo denominaba como “una luz inusualmente cálida”.
Precisamente este es el espíritu que nos lleva hasta cala Molí, en el suroeste de la isla, donde se ubica desde hace cuatro años la sede ibicenca de El Silencio (la primera fue la de París y tienen una tercera en Nueva York). En este chiringuito de nuevo cuño diseñado por el estudio mallorquín de arquitectura Moredesign se vive un idilio que une a Francia con España, pero también a Argentina con Japón. Y todo esto sin perder de vista al Mediterráneo que regala atardeceres que encienden el mar y el cielo.
La nueva izakaya japo-ibérica y la sede de Mauro Colagreco en Ibiza, solo en El Silencio
El Silencio y el grupo parisino Onii se han unido para crear la que es la novedad de la temporada: Urusai. Una izakaya japonesa que, en este caso, adquiere, además, toques ibéricos. La propuesta ha sido diseñada por los chefs de Ojii y Onii-San (los restaurantes que tiene el grupo en la capital francesa), Taku Yuji Mikurya y Romain Littière.
El resultado es una sucesión de bocados delicados y deliciosos como el iconic toro saando de Onii-san con ikura y wasabi mayo -un auténtico vicio-, las gambas caramel en crudo con aceite de oliva y shiso, la cecina de Wagyu, el toro temari con kizami wasabi, la tempura de verduras de la isla con ajo fermentado y miel, o el carpaccio fresco de tomates de Ibiza con aceite de shiso, yuzu y shiokombu.
Los cócteles tienen un toque asiático para incorporar ingredientes alegres como el wasabi, el yuzu, el lychee o el umeshu; y la selección de vinos la ha realizado Anabelle Berthelemot de Mezcal Brothers. Aunque, sin duda, el maridaje que encaja de forma perfecta con Urusai son las vistas que regala el final del día en la cala Molí. Con el acercamiento del sol al mar, la actividad se para para centrar la atención en lo está ocurriendo en ese preciso instante en el horizonte; un infinito que, como decía Chillida, podría ser la patria de todos los hombres. Después, se le da la mejor bienvenida a la noche con un Yuzu Mule o Negronii san y la música de los djs residentes.
Y si en Urusai el Mediterráneo se alía con Asia, en el ‘Restaurante de playa’ la alianza es entre el Mediterráneo español y el francés con algunas influencias argentinas. Y es que, un año más, es Mauro Colagreco, el chef argentino con tres estrellas Michelin en Mirazur (Menton, Francia), el encargado de dar forma a la propuesta de este espacio. Aquí se trabajan productos locales, la pesca del día, y mucha parrilla.
Así, el comienzo del festín lo marcan las focaccias cocinadas en horno de barro con romero que llegan calentitas y que se van comienzo, trozo a trozo, acompañadas de alioli. También los cócteles, en cuya carta hay una selección a cargo de Rémy Savage (mejor mixólogo del mundo en 2022 por Tales of Cocktail Foundation), y otra de clásicos en la que no faltan el margarita, paloma, spritz o espresso martini.
Después, platos refrescantes como el ceviche peruano, el tiradito de pez limón con ají amarillo, las patas de cangrejo real a la brasa con huevas de salmón, las verduras asadas, las ensaladas (de sandía, de tomate, de burrata, César o de quinoa) o el carpaccio de cigalas. Entrando en el mundo de los principales, el rodaballo y la lubina a la parrilla, la chuleta o el cordero asado con salsa Basquaise, son algunas de las estrellas. Y, como colofón, el yin y el yan, porque se puede tomar el camino de la fruta fresca o el de los churros con chocolate, dulce de leche y nata; será cuestión de gustos.
Entre cóctel, comida y atardecer se puede pasar el tiempo en la zona de la piscina -su horario es de 13h a 20h-, flanqueada por confortables camas balinesas y una barra de bar abierta durante todo el día; o, si se prefiere, en las camas de playa que están disponibles desde las 10 de la mañana. También fichando gafas de sol en el pop-up de Chimi (marca fundada en 2016 en Estocolmo) o contemplando a la gente más cool de la isla que se pasea por este chiringuito en un claro (y humano) ejercicio de people watching.
Cree que hay pocas cosas comparables a la satisfacción que se siente tras haber comido y bebido bien, y es que no hay que pasar por alto el poder qu e tiene la buena mesa; ni el de las manos expertas que, desde la cocina, nos hacen felices, o el de una buena conversación de sobremesa que te ancla a la silla y a la vida.
Fue durante su estancia en Londres, hace ya 13 años, cuando le picó el gusanillo del periodismo gastronómico y desde entonces ese fuego no se ha apagado. Empezó colaborando en la revista HSM, después en El Duende, donde sigue escribiendo a día de hoy, le siguieron la revista GQ, Tapas y Elle Gourmet. Pero no sólo escribiendo, también ha experimentado con el periodismo radiofónico colaborando en Radio Euskadi y ha aprendido cómo funciona todo desde el otro lado en una agencia de comunicación.
Un restaurante con alma, personas comprometidas que portan miradas rebosantes de vocación, oficios necesarios que se ejercen fuera de los focos y de la fama, las cocinas lejanas pero también las de nuestra memoria, la voz de la experiencia y el crujir de la juventud... Esas son las historias que le gusta contar.