Los rellenos faciales se han convertido en algo normal para quienes tienen dinero y en un nuevo símbolo de estatus para las mujeres, siendo el equivalente a un bolso de diseñador”, escribe en ‘Pixel Flesh’ Ellen Atlanta. “La crueldad de la cultura de la belleza moderna es que aunque somos conscientes del embrujo bajo el que estamos, no sabemos cómo deshacernos de él. En su lugar, fingimos ser quienes hemos escapado de la trampa cuando en realidad, sufrimos en silencio”, asegura la autora.

En su libro habla acerca de cómo las mujeres somos sometidas a todo tipo de presiones para alcanzar unos estándares de belleza inalcanzables, unos cánones que dependen de la manipulación física y de las intervenciones quirúrgicas, fomentando así la idea de que las mujeres han de sufrir para estar bellas. Estamos sometidas a mensajes que nos convierten en objetos sexuales y hemos sido socializadas para ver nuestros cuerpos a través de una mirada externa para percibirnos como objetos destinados a satisfacer a la mirada masculina.

"Al tratadas como objetos, nos reducimos y empequeñecemos para ser deseables"

Es algo que queda patente en la forma en la que prestamos la máxima atención a nuestra apariencia física, tratando a nuestros cuerpos como objetos destinados a ser evaluados por su apariencia. “El resultado de ser tratadas como objetos es que literalmente, nos reducimos y empequeñecemos para ser deseables”, dice.

Las imágenes de Lindsay Lohan, Christina Aguilera y Lana del Rey han revolucionado las redes sociales, pues las tres parecen tener 20 años gracias a una serie de intervenciones que todavía desconocemos. Precisamente ahora la película ‘The Substance’ pone en marcha una sátira sobre la presión estética a la que se ven sometidas las mujeres, por lo que este es el momento perfecto para hablar con Atlanta acerca de si la cultura de la belleza es realmente empoderadora y si de verdad tenemos el control.

Pixel Flesh: How Toxic Beauty Culture Harms Women

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Entrevista con Ellen Atlanta, ‘Pixel Flesh’

Señalas que para triunfar en la cultura de la belleza digital, hay que encajar en una especie de belleza uniforme. ¿Estamos condenadas a parecer clones?

Ya está pasando, ¿verdad? El otro día les pregunté a mis amigas si se acordaban de Heidi Montag en ‘The Hills’, al comienzo de los años 2000, cuando en un episodio vuelve a casa tras haberse hecho muchas intervenciones quirúrgicas. Fue una de las primeras celebridades que dijo abiertamente la cantidad de cosas que se había hecho. Su madre, en ese capítulo, reacciona de forma llamativa: le dice que no parece ella misma y que le parece una desconocida, como si fuera un alien.

Sin embargo, ahora vemos ese tipo de cara y nos parece tan normal… Parece el rostro que tiene cualquier chica en Instagram. Hay muchos estudios que señalan que las cuentas de mujeres que mejor funcionan son las de las que tienen esas caras que encajan dentro de este ideal: labios carnosos, mejillas abultadas, ojos felinos, una mandíbula definida… Creo que estamos comenzando a ver esta homogeneización de la belleza. Se trata de un look que es el que prefiere el algoritmo y que perpetúan desde las celebridades hasta la gente de a pie.

Vamos hacia un tipo de belleza menos detectable: desconocemos qué se hace la gente para estar joven

Por la forma en la que la tecnología es tan accesible, pues todas tenemos aplicaciones de edición y filtros, y al estar todas en el mismo espacio virtual en el que vemos a Kylie Jenner e incluso a nuestras amigas, todas terminan por tener la misma cara. A esto hay que sumarle la accesibilidad de los tratamientos, de los rellenos… Por eso, este look es accesible a todos y lo interesante es que la belleza suele definirse por una rareza y por eso, cuando un grupo de personas privilegiadas logran un tipo de belleza diferente, mantiene ese ideal elusivo de belleza. Ahora estamos avanzando hacia un tipo de belleza menos detectable, en el que no se sabe bien qué se está haciendo la gente para estar tan joven y bella. Son tratamientos más caros y exclusivos.

"Una parte de la ciudadanía podrá permitirse no envejecer de forma visible"

Cuando hablas de ese tipo de belleza al que acceden las verdaderamente privilegiadas, pienso en esas docu series de famosas en las que se reúnen con sus compañeras de colegio y parecen ser de generaciones diferentes. Eso hace que nos miremos en el espejo y nos veamos terribles.

Lo pienso con mis amigas cuando comienzan a hacerse cosas. Para mí fue algo muy duro, porque no podía evitar pensar que íbamos a envejecer juntas, pero ahora, si quisiera parecer de su edad, me tendría que hacer ciertas cosas también. predije hace años que al final, una parte de la ciudadanía podrá permitirse no envejecer de forma visible, disfrutando de los beneficios que ello conlleva, mientras que la otra parte de la población, que es la que tiene menos recursos, no podrá mantener esa juventud.

pixel flesh
Cortesía
La portada de ’Pixel Flesh’.

Es algo cercano a ‘Los juegos del hambre’. Es como si la gente que tiene una marcada existencia online y que es más visible en las redes pareciera vivir en una dimensión diferente, porque tiene un aspecto distinto al que tienen quienes no viven tanto de cara a las redes. En el libro hablo de una influencer llamada Eleonor que me comenta que cuando va a viajes que organizan las firmas y espera en el aeropuerto, sabe de forma inmediata quiénes son las influencers, pero no porque las reconozcan por sus canales, sino porque su aspecto no es como el del resto. Tienen unos rostros específicos y un estilo de maquillaje concreto.

Todo está diseñado para las cámaras. No es algo que tenga que funcionar necesariamente en la vida real. Eso pasa con las celebridades. Es algo que ocurre con Kylie Jenner, porque mientras que en realidad, muy poca gente la ve en carne y hueso, son millones de personas las que la ven diariamente de forma digital. Por eso es como si fuera una prioridad estar bella en fotos, pues en persona muy poca gente va a verla. Ocurre con esas personas que se han hecho muchas cosas en la cara y que en las redes, quedan perfectas, pero cuando las ves en la vida real, resultan chocantes.

"Ser una mujer “normal” implica tener defectos de base"

Decías antes que hay quienes parecen aliens, y en el libro aseguras que actualmente, parecer humana es ser fea.

Ser una mujer “normal” implica tener defectos de base, y eso lo veo mucho con las mujeres jóvenes con las que trabajo, porque muchas adolescentes de 13 o 14 años me dicen que no quieren salir y que prefieren vivir a través del teléfono porque no quieren ver su rostro real. Si piensas en cómo ha de ser crecer en ese imaginario de perfección y en la forma en la que algunas celebridades niegan estar haciéndose cosas, como Kylie Jenner, que dijo que sus pechos habían crecido por la pubertad y años después, confesó que se había operado… No puedo imaginar lo que ha de ser crecer ahora con esa promesa de que ser una mujer y crecer te va a garantizar una silueta que en realidad, es fruto de operaciones.

"Hacerte mujer no implica tener grandes pechos, generosas caderas y cintura de avispa"

En realidad, a medida que creces tienes acné, hinchazón, cambios de humor… No es como si al “hacerte mujer” te salieran de forma inmediata dos inmensos y perfectos pechos, una cintura de avispa y unas generosas caderas. Hace décadas que ocultamos lo que les pasa en nuestros cuerpos al crecer y por eso nos hacemos en secreto muchas cosas para que parezca que de forma natural, somos seres luminosos, sin poros y sin vello. De hecho el título del libro, ‘Pixel Flesh’, viene de ese momento en el que en el verano del confinamiento en Inglaterra sólo nos dejaban relacionarnos con nuestras burbujas. Como hacía mucho calor, tomábamos el sol fuera. Todo el mundo había engordado un poco y la gente no podía seguir con sus tratamientos de belleza, por lo que recuerdo mirar a mi alrededor y ver a la gente en bañador y observar estrías, celulitis, piernas sin depilar del todo, granos… Y esa imagen era preciosa.

Me di cuenta de que siendo una mujer en la veintena, me había desensibilizado ante la forma en la que las mujeres lucen sin filtros. Me di cuenta de que no es que yo fuera fea ni tuviera fallitos, sino que los tenemos todas. Fue un momento revelador, pues no me había dado cuenta de la forma en la que iba por la vida en modo avión. No lo vemos de forma crítica y por eso escribí el libro, para abrir el debate y poder adentrarnos en un mundo más bello.

¿Podemos huir de esta cárcel de la belleza?

Es complicado, pero lucho contra ello. Estuve dos años escribiendo sobre esto y por ello, pasaba mucho tiempo en casa sin preocuparme tanto por cuestiones estéticas. Algunas partes de la investigación se me hicieron duras. Cuando terminé el libro y me vi inmersa en la gira promocional, tenía que ofrecer esa versión luminosa y bella de mí misma.

"La belleza es como una negociación de poder"

La forma en el que me presento tiene una correlación directa con la repercusión mediática que voy a tener, si me van a hacer fotos, entrevistar en la tele… Cuando terminé el libro no tuve duda alguna de que mi físico tenía que ver con el dinero que me ofrecieron. Quizás no de forma consciente, pero creo que pensaban que yo funcionaría en la tele y en las revistas. Una de las chicas del libro dice que la belleza es como una negociación de poder, pues supone negociar constantemente lo que puedo dar y obtener, y es verdad. Por ejemplo yo sé que tengo que comer tres veces al día aunque mi cerebro a veces me diga que no lo haga, pero hay que intentar asentarse en esa incomodidad, ver cómo te sientes y aguantar.

Para cada persona hay límites. Para alguien puede ser por ejemplo no llevar maquillaje, para otras, salir con el pelo natural, no llevar ropa ceñida, no hablar de forma cruel sobre sus cuerpos delante de los demás… Todas sabemos nuestras líneas rojas y creo que se trata de intentar hacer que esas barreras se vayan derruyendo y apoyar a las mujeres sin que hablemos mal de nosotras mismas. Aunque pienso muchas veces que no quiero que las mujeres se sientan mal consigo mismas, luego me siento en el sofá e inmediatamente, me tapo la tripa con un cojín.

Lo hacemos todas. Por eso me esfuerzo en existir de forma natural, como esas mujeres a las que vi en verano en la pandemia. Podemos ser honestas y decir que estamos luchando contra eso.

"Lo de que los cánones de belleza pueden cambiar todo el tiempo es un mito"

Ahora que el Ozempic está tan extendido, ¿crees que la delgadez va a dejar de ser atractiva?

Lo de que los cánones de belleza pueden cambiar todo el tiempo es un mito. Siempre termina siendo una mujer depilada, sin poros visibles y con alguna curva en zonas estratégicas. Hemos visto cómo los desórdenes alimenticios siguen disparándose y la era del culo grande de las Kardashian demuestra que los cánones de belleza ya no se suceden, sino que se solapan. Ese look definido por un gran culo con un cuerpo delgado es sólo posible de alcanzar a unas pocas mujeres y sobre todo, requiere intervenciones.

ellen atlanta
Cortesía
Ellen Altanta.

Se exige que la mujer delgada tenga grandes glúteos y un pecho voluptuoso. Siempre ha habido formas asequibles de lograr la delgadez, con laxantes y todo tipo de dietas, y hemos heredado una gordofobia inmensa desde hace décadas. Hemos crecido escuchando a las mujeres odiando sus cuerpos y viendo cómo en las portadas de las revistas se destrozaba el cuerpo de las mujeres que acababan de ser madres.

"Cualquier fluctuación del peso del cuerpo femenino ha sido demonizado"

Cualquier fluctuación del peso del cuerpo femenino ha sido demonizado. Me preocupa el regreso de esta conversación, porque quienes celebraban el body positivism están apenados y traicionados por una cultura que parecía estar tomándolos en serio y que ahora los ha abandonado porque ya no está de moda. Nos falta mucho para abrazar la diversidad.

Creo que es perversa la forma en la que nos hacen pensar que la cirugía es empoderadora, ¿no?

Hay una diferencia fundamental entre lo que puede ayudar a tu confianza personal y lo que es empoderador para las mujeres de forma colectiva. Estamos perdidas en una sociedad individualista. Creo que en general, cuanto más nos conformemos y adaptemos al hábito de cambiar nuestras caras y nuestros cuerpos, vamos a seguir manteniendo unos estándares que nos oprimen.

"Cuando algo se beneficia de tus inseguridades, no es empoderador"

No creo que pueda decirse que algo es empoderador cuando se beneficia de tus inseguridades. No me gusta el mensaje de “haz lo que quieras, eso es todo lo que importa”, porque creo que es peligroso. Si hablamos así de la belleza, ¿qué tipo de sociedad nos queda si no nos preocupamos y responsabilizamos de los demás?